“Patricio”
Tenía que admitirlo, ¡Melissa sabía lo que hacía! Todo estaba muy hermoso. Mientras caminaba hacia el altar montado bajo el flamboyán frente al lago, del brazo de mi madre, admiraba los arcos de madera adornados con cascadas de flores y luces bajo los cuales pasábamos. Ya era de noche, pero la iluminación era perfecta y permitía ver con claridad cada detalle.
El pasillo que llevaba al altar, flanqueado por largos bancos de madera, no tenía alfombra, apenas pétalos de flores blancas esparcidos en los costados complementados por grandes velas dentro de recipientes altos de vidrio. Se esparcieron postes de jardín para que hubiera luz suficiente, creando un ambiente romántico y agradable. En el lago había linternas flotantes, luces colgaban del flamboyán y en el altar un arco de flores. Fue ahí donde me detuve y esperé a mi amada.
Todas las damas de honor, Mel, Paula, Manu, Cat y Sam, usaban vestidos en diferentes tonos de lila. Después entraron los hijos de Alessandro esparc