"Manuela"
Desperté dentro de un carro, me llevé el mayor susto, me confundí, todo me dolía y mi cabeza daba vueltas un poco. Con cierta dificultad me senté y miré al conductor por el retrovisor. Era el mismo que había manejado el carro de Porto Paraíso hasta aquí.
—Puedes estar tranquila, señorita. No te voy a hacer nada malo. —Se apresuró a decir.
—Ya me hiciste mucho mal. Me trajiste a este infierno. —Miré mi rostro en el retrovisor, estaba horrible, las lágrimas corrieron. —Mírame, mira lo que me hizo esa mujer.
—Señorita, yo solo cumplo órdenes y las órdenes del Sr. Cándido no se discuten. —Trató de justificarse, pero evitó mirarme. —Mira, por favor, no me crees problemas. Te voy a llevar a mi casa, mi mujer va a cuidarte y te vas a quedar ahí hasta que el Sr. Cándido dé otra orden, ahí nadie te va a pegar. Creo que el patrón no va a dejar que esa loca se te acerque de nuevo, se puso furioso con ella.
—No me vas a dejar irme, ¿verdad? —Ya sabía la respuesta.
—No puedo, señori