"Samantha"¡El día había sido tan bueno! Alessandro me dio la tarde libre porque supo que almorzaría con Heitor. Fuimos a comprar cosas para la casa y nos divertimos mucho con eso. Pero después de que Heitor me dejara en mi apartamento, las cosas se fueron al traste.Apenas entré al edificio, el portero me entregó la correspondencia y mi corazón casi dejó de latir cuando vi el sobre. No podía creer que me hubiera encontrado. ¿Pero cómo?Fui a mi apartamento y ni siquiera tuve valor para abrir el sobre. Me quedé sentada en el sofá, aterrorizada, mirando el sobre en mis manos y ni me di cuenta cuando comencé a llorar, pero a medida que pasaba el tiempo, la desesperación crecía dentro de mí.Sonó el timbre y miré por la mirilla. Era Heitor finalmente. Abrí la puerta y me lancé a sus brazos dejando que las lágrimas cayeran con toda mi desesperación.Él se afligió preguntando qué había sucedido, pero ni siquiera podía hablar, solo lloraba. Entonces le entregué el sobre. Después de sent
"Samantha"Desperté con un enorme dolor de cabeza, esto es lo que gané por derramar un río de lágrimas ayer, un enorme dolor de cabeza y ojeras. Y un pésimo humor.Llegué a la sala y Heitor estaba dando orientaciones a un batallón de personas, eran los guardias y empleados de la casa. Cuando me vio, abrió una hermosa sonrisa y me extendió la mano.— Sami, ¡buenos días! —dio un beso en mi cabeza y comenzó a presentarme a todos los empleados. Era mucha gente.Cuando terminaron las presentaciones, todos se retiraron de la sala y Heitor me atrajo en un abrazo, que me reconfortó y mejoró un poco mi humor.— ¿Estás bien? —preguntó en mi oído.— No mucho. Tengo dolor de cabeza y un malestar que no sé explicar —refunfuñé apoyando mi cabeza en su hombro.— Ah, pobrecita mi diosa —Heitor habló en un tono afectuoso que me arrancó una pequeña sonrisa—. Ven, vamos a tomar un buen desayuno y después tomas un analgésico. Voy a llamar a Alessandro y avisarle que no irás hoy.— ¡Sí iré! —protes
"Heitor"Detuve el coche en la entrada del edificio de Alessandro y vi a Samantha caminando hacia la salida acompañada de dos guardias. Siempre quedaba encantado con su belleza.Samantha era deslumbrante, todo en ella era perfecto y tenía conciencia de su belleza, caminaba como si fuera una reina, cabeza erguida, postura recta, pasos confiados.Cuando me vio, se despidió de los guardias, corrió en mi dirección y saltó a mi cuello, haciéndome dar cuenta de lo afortunado que soy porque esta mujer se fijara en mí y me diera su corazón.—Te extrañaba —susurró en mi oído.—Yo también —le di un beso rápido y la ayudé a entrar al coche.Durante el trayecto hasta la casa de sus padres conversamos trivialidades, reímos, bromeamos y nos provocamos. Noté que cuando estacioné frente a la casa ella se puso seria y tensa.—¿Qué pasa, Ruiseñor? —pregunté apretando ligeramente su rodilla.—¡Mi madre va a querer matarme! —se lamentó.—No, ella te entenderá. Pero Enzo va a matarme cuando sepa q
Llegué a casa completamente agotada después de un día interminable. Entre la universidad y el trabajo, mis energías estaban por los suelos, pero, nada más entrar, vi que mis padres me esperaban en la sala con una expresión seria.—Siéntate, Catarina. Necesitamos hablar —dijo mi padre, visiblemente nervioso.—¿Qué pasa, papá? —pregunté con desgano. Lo único que deseaba en ese momento era darme una ducha y desplomarme en la cama. Sin embargo, sabía que algo importante estaba por suceder.—Llegó la invitación de la boda de tu prima —soltó mi madre, sin más preámbulos.—¡Esa no es mi prima! —respondí, alterada.—Catarina, te guste o no, ella es tu prima —insistió mi madre con firmeza—. Es hora de que dejes esa actitud infantil. Melissa ya armó un escándalo aquí en casa. ¡Ya es suficiente! Es la hija de mi hermana, por lo tanto, es tu prima.—Discúlpame, mamá, pero para mí ella ya no significa nada —repuse, intentando mantener la calma—. Se acostó con mi novio en mi propia cama. ¡Eso
Pero no hubo escapatoria. Meli me arrastró literalmente a la fiesta, en donde, nada más entrar, me llevó directo a la barra y me susurró con complicidad:—Esta noche es barra libre, ¡vas a ahogar todas tus penas de una buena vez! —exclamó, mientras me entregaba dos shots de tequila y sostenía otros dos en su mano—. ¡Vamos a darle con todo! Nos bebimos los tequilas de un solo trago, y Fernando ya nos estaba sirviendo sendos Cosmopolitan. Un momento después, Meli me jaló a la pista de baile y para mi sorpresa, empecé a disfrutar. Cuando sonó una música más lenta, Nando y Meli se abrazaron para bailar y yo aproveché el momento para escabullirme hacia el buffet. Sin embargo, nunca llegué.Una mano me jaló suavemente, y, al voltear, me encontré con un hombre con una máscara negra que me sonreía de una manera completamente irresistible. Besó mi mano con un gesto galante y me atrajo hacia él susurrando con una voz ronca que me erizó la piel:—La mujer más hermosa del salón no me puede
El lunes, durante el almuerzo, Meli me entregó una pequeña bolsa de una tienda de lujo, la cual miré con desconcierto.—Mi mamá me pidió que te lo diera —me dijo con una sonrisa radiante—. Dice que te queda perfecto y que a ella ya no le va.Al abrir la bolsa, encontré el perfume que había usado la noche del baile y no pude evitar sonreír. Había adorado ese aroma y ahora era un recuerdo de la mejor noche de mi vida. Sin embargo, un pensamiento me cruzó por la mente: esperaba que esa noche inolvidable no me hubiera dejado como «regalo» alguna enfermedad venérea.Con esa idea en la cabeza, le agradecí a Meli y le comenté que más tarde llamaría a su madre para agradecerle, pero primero necesitaba contactar un laboratorio para hacerme unos análisis.Cuando llamé, me informaron que requería una orden médica para el seguro me cubriera los exámenes. Gracias a Dios la empresa nos proporcionaba cobertura médica a todos los empleados; de lo contrario, no sabría qué hacer. Mi sueldo era basta
El día de mi graduación, Pedro ya tenía dos años. Era un niño hermoso que caminaba por todos lados, siempre pegado a su abuelo. De hecho, «abuelo» fue su primera palabrita. Con su cabello negro bien lacio, piel clara, una naricita respingada y unos enormes ojos azul violeta que me hacían suspirar, era literalmente mi sol. Y ahora tendría más tiempo para dedicarme a él.Después de la ceremonia de graduación, mi jefe me llamó para tener una conversación. Era un jefe extraordinario que me había demostrado verdadero aprecio. En la reunión, él me explicó que estaba muy satisfecho con mi trabajo en la constructora, pero sabía que yo merecía mucho más, por lo que me aconsejó buscar trabajo en mi área profesional para asegurar un mejor futuro para mi hijo. Así también me garantizó que mi puesto seguiría disponible si las cosas no resultaban como esperaba, lo cual me dio total tranquilidad, y, emocionada, acepté su consejo.Cuando le conté a Meli, inmediatamente, se ofreció a ayudarme. Habló
A la mañana, siguiente, llegué a la empresa, puntual, a las ocho de la mañana. La señora Mariana me recibió con una cálida bienvenida y se encargó de presentarme a todo el equipo. Todos fueron extremadamente amables conmigo, aunque el jefe aún no estaba en la oficina, ya que se encontraba de viaje y regresaría hasta el fin de semana.La oficina era impresionante. Un diseño moderno que combinaba perfectamente el blanco, con el acero inoxidable y los detalles en verde. Lograba ser profesional y acogedora a la vez, con un toque de elegancia que me cautivó por completo. Y me sentí particularmente satisfecha por mi elección de vestuario: un traje negro impecable, con una blusa de satén verde oscuro y unos tacones negros que complementaban el conjunto a la perfección. Consciente de que ahora trabajaría directamente con el presidente de la empresa, sabía que debería mantener ese nivel de elegancia todos los días.A media mañana, recibí un mensaje de Meli, en el que me informaba que había