UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 28. Una mujer sin nada que perder
UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 28. Una mujer sin nada que perder
Ivan trató de sujetarla, desesperado por evitar que siguiera lastimándose mientras a Sari parecía no importarle en absoluto que su mano siguiera sangrando. El rastro rojo y fresco que quedaba en su ropa contrastaba con la piel pálida de la muchacha, y el brillo de sus ojos era pura furia, pura angustia. No había miedo ya, ni dolor; había algo más profundo y peligroso: decepción; una que golpeó a Ivan como una bola de demolición en pleno pecho.
—Sari, por favor… estás manchando todo. —Su voz, usualmente grave y firme, temblaba con algo que podía confundirse con incertidumbre—. Tu ropa, tu mano… te vas a lastimar, cálmate…
Pero Sari se volvió hacia él como una tormenta desatada.
—¿¡Lastimarme!? —exhaló con una sonrisa torcida, amarga, temblorosa—. ¡Esto me lo hiciste tú!
Y sin previo aviso, levantó su mano ensangrentada y se la restregó a Ivan en la cara, dejando una mancha irregular de carmín oscuro sobre su mejilla y su