CAPÍTULO 64. De una mujer a punto de morir, a una visita inesperada
CAPÍTULO 64. De una mujer a punto de morir, a una visita inesperada
Maggie apretaba los dientes con tanta fuerza que sentía que se le iban a partir. Tenía las manos cubiertas de sangre, el rostro empapado en sudor y la garganta seca como papel. El muchacho que tenía frente a ella, apenas un crío, jadeaba con esfuerzo, con los ojos vidriosos y fijos en algún punto del techo.
—Vamos, vamos, no me hagas esto —murmuraba ella, presionando el pecho con una toalla mugrienta mientras intentaba suturar esa herida interna por la que se le escapaba la vida, sabiendo que de eso dependía la suya—. Aguanta un poco más, ya casi...
Pero no. El cuerpo del chico tembló una vez, como una marioneta a la que le sueltan los hilos, y después se quedó quieto. Silencio total. Ni un suspiro. Ni un parpadeo. Nada.
—¡No! —gritó Maggie, y le dio un golpe a la mesa con rabia—. ¡Maldición, no!
Se quedó allí parada unos segundos más, respirando como si hubiera corrido kilómetros. Sabía que no había sido su culpa. No