CAPÍTULO 60. De la amenaza al asco
CAPÍTULO 60. De la amenaza al asco
—¡Aaaaaaaaaaah! —Un nuevo pinchazo, esta vez sobre el dorso de la mano, hizo que una enorme quemadura se extendiera por la piel y Brenda gritó desquiciada.
—¡Jackson… por favor! ¡No puedes tenerme aquí! ¡No puedes hacerme esto!
—¿Dónde está mi mujer? —la interrumpió él, esta vez con tono más ronco—. ¡Dime dónde está Maggie!
Brenda movió la cabeza, negando una y otra vez. Lágrimas, saliva, mocos, todo se mezclaba en su rostro descompuesto.
—¡No lo sé! ¡No lo sé! ¡Por favor, te lo ruego! ¡Te juro por mi vida que no lo sé!
Jackson se levantó. Caminó hasta un pequeño estante y colocó la jeringa vacía sobre una bandeja metálica. Luego volvió con otra, más pequeña.
—menos dosis, más concentración del compuesto. Será todavía peor que la primera, pero no lo suficiente como para matarte —dijo con frialdad—. ¿En qué ojo lo quieres?
Brenda lo miró como si acabara de ver al diablo.
—¡Por Dios, Jackson! ¡¿Qué te pasó?! ¡Tú no eras así! ¡Estás completamente fuera