CAPÍTULO 58. De una boda a un extraño despertar.

A Jackson le hervía la sangre.

Apenas bajó del coche y vio la maraña de cámaras, micrófonos y periodistas agolpados en la entrada de su casa, sintió que le daban ganas de dar media vuelta y cancelar todo. No soportaba ese circo mediático, y menos ese día, pero no le quedaba más remedio que continuar.

—¿Qué demonios hacen todos aquí? —gruñó, mientras uno de sus asistentes trataba de contener a la prensa con cara de pánico.

Pero ya no había vuelta atrás. Brenda estaba sonriendo como si estuviera en una alfombra roja, saludando a las cámaras con la mano perfectamente colocada sobre su vientre plano, como si ya fuera madre por telepatía; y no era difícil adivinar quién le había avisado a la prensa.

Jackson apretó los dientes. Le dolía estar allí, de pie, fingiendo que su vida tenía sentido, mientras en realidad todo por dentro se le caía a pedazos. Pero lo hizo: caminó por el jardín decorado con flores blancas, con Pamela al costado organiz