CAPÍTULO 51. De un negocio sucio a una mujer sin principios
CAPÍTULO 51. De un negocio sucio a una mujer sin principios
Maggie despertó como si la hubieran lanzado de cabeza a un abismo de neblina. Su cabeza pesaba más que su orgullo y eso ya era decir mucho. Parpadeó una, dos, cinco veces antes de darse cuenta de que no estaba en una cama, ni en una habitación normal. No estaba en ningún lugar remotamente cercano a algo civilizado.
El aire olía a desinfectante barato, a sudor, a metal… y a peligro.
Trató de moverse, pero algo la detenía, y cuando bajó la mirada, lo entendió: estaba atada a una camilla de acero, con correas que le apretaban las muñecas y los tobillos.
—¿Qué... qué diablos...? —balbuceó, notando que su voz era apenas audible. Su lengua se sentía como si hubiera dormido con una media en la boca. Y su cuerpo… su cuerpo estaba hecho de gelatina derretida.
Trató de girar la cabeza para ver dónde estaba, pero la visión era aterradora. El lugar era un cuartucho angosto, sin ventanas, con una única lámpara quirúrgica sobre ella que a