32. SOLO PARA MÍ
Raquel Martínez.
Veo como el ojiverde sale por la puerta de la habitación y muero de sueño todavía así que me acuesto a dormir otro rato más.
Cuando despierto son más de las diez de la mañana, así que enrollo la sábana de a mí cuerpo desnudo a la hora de levantarme y camino hacia el baño, a la mitad del camino el sonido de mi celular indicándome que me están llamando me detiene, voy a la mesita de noche y lo tomo para después contestar.
— ¿Bueno?
— Hola pequeña.
— Valla, por fin te acuerdas de mí existencia mejor amigo.
Escucho como al otro lado de la línea suelta una suave risa.
— Pido perdón —dice—. He estado ocupado con el trabajo.
— Te creo, te creo...
— Otra opción no tienes —dice—. Oye, ¿te parece si almorzamos juntos?
— Claro, avísame dónde y eso.
— Vale, ahora te dejo, nos vemos ahora.
Cuelga y dejo mi celular en el sitio donde estaba antes.
Voy al baño y cepillo mis dientes, hago mis necesidades y me doy una ducha larga con agua tibia, cuando termino me seco con una toalla l