"Héctor"
Estos días habían sido muy difíciles para Samantha. Estaba pasando por mucho, y estando embarazada, sus emociones estaban a flor de piel. El intento de Isabella de matarla el día anterior y su idea de que yo había descubierto que la amaba, lo cual era ridículo, la habían afectado mucho. Fue una noche oscura y un día largo hasta que se calmó.
La llevé a dar un paseo por la playa, solo para admirar el lugar y pasar un rato tranquilo juntos. Por fin se estaba relajando. Eso fue hasta que llegamos a casa y encontramos a esos tres —el padre, la madrastra y la hija de la madrastra— sentados allí como si fueran de la realeza, invitados importantes, pero solo eran intrusos no deseados. Samantha tembló de rabia al verlos. Sentí su cuerpo tensarse bajo mis brazos y el odio emanaba de ella. Ya me había contado tantas historias sobre ese hombre que, según ella, era un oportunista aprovechado, que nunca la quiso como hija y que le sugirió a su madre que abortara cuando se embarazó, histor