“Samantha”

Después de un día largo y agotador, por fin me iba a la cama. Estaba muy cansada. Había salido temprano de la fogata que habían organizado Hebe y Melissa, y era maravillosa, pero necesitaba dormir. Sin embargo, me fui a casa sola, ya que Heitor había entablado una animada conversación con los chicos y parecía estar pasándolo genial.

Me di una ducha caliente, me puse el pijama y me dejé caer en la cama, quedándome dormida casi al instante, escuchando las risas lejanas en la playa. Estaba tan cansada que ni siquiera noté que Heitor se unía a mí. Pero entonces tuvo la brillante idea de despertarme para ver el amanecer. Estaba electrizado, y la noche aún se desvanecía en el cielo.

"¡Vamos, diosa mía! ¡Despierta! ¡Veamos el amanecer!" Heitor estaba tumbado encima de mí, cubriéndome de besos.

"¡Dios mío, qué ganas de ver el amanecer!", me quejé. "Sí, por favor, hoy es un día muy importante." "Vamos", suplicó Héctor como un cachorrito necesitado.

"Tengo sueño", me quejé.

"Tendrás