- Buenos días, Catarina. ¿Cómo está? – Mariana entró en la habitación sonriendo y me saludó, dejando su bolso a un lado antes de mirarme.
- Buenos días, Sra. Mariana. Estoy bien, ¿y usted? – Estaba de pie, ordenando unos documentos y al voltear la vi con la misma expresión que Mel y la dependienta de la tienda. Llevaba puesto mi vestido, mis zapatos nuevos y esa lencería indecente que Mel me compró.
- Catarina Vergara, ¡parece que has salido de una revista! Chica, estás guapísima con ese vestido.
- Gracias, señora – respondí un poco avergonzada, preguntándome si había exagerado. Pero ella rápidamente me despejó la duda.
- Mire, le va a causar muy buena impresión al jefe. Llega hoy, incluso me sorprendió, porque se suponía que regresarían el viernes, pero parece que Alessandro decidió acelerar todo y las subastas se harán desde aquí. Ah, y por favor, deja de llamarme señora. —Sonreí ante su petición, pero no dije que sabía que el jefe estaba a punto de llegar—. Bueno, a trabajar.
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