Nando había estado hospitalizado durante una semana. Hablamos todos los días por videollamada. Resultó gravemente herido, pero afortunadamente fuera de peligro. Junqueira seguía desaparecido.
Los padres se irían al día siguiente, sólo quedarían los padres de Nando y yo extrañaría la casa llena y todos los mimos que me daban, pero prometieron regresar pronto. Estaba acostado en el sillón junto a la piscina al lado de mi mamá y sonó su teléfono celular. Ella respondió enojada y simplemente dijo que no y colgó el teléfono.
- ¿Qué pasa, mamá? ¿Quién quebrantó tu santa calma? – pregunté bromeando.
- Nadie.
- Mamá. – Conseguí su atención. - ¿Lo que está sucediendo?
- Nada.
Nos quedamos allí en esa lucha hasta que llegaron Alessandro y mi padre y sintieron curiosidad. Entonces Alessandro le pidió con calma que dijera lo que le preocupaba para que todo mejorara.
- ¡Está bien! Mi hermana no deja de molestarme para que hable con Catarina. – Mi madre finalmente habló y mi padre frunció el ceño.