“Delegado Flavio Moreno”
Esta comisaría es maravillosa, no hay un día aburrido. Estuve aquí durante un mes, me adapté bien a mi nuevo trabajo y a mi personal parecía gustarle mi forma de trabajar, sin mencionar que mi asociación con el Delegado Bonfim fue excelente. Nos hicimos amigos y nos ayudábamos lo máximo posible, me trataba como a un hijo. Era un hombre muy digno, con una carrera limpia y una reputación intachable. Lo que me irritó fue no haber encontrado aún a este chico Junqueira.
- ¡Hola, mi ayudante! ¡Buen día! – Entré en la habitación de Bonfim con una caja de croissants de queso que sabía que le encantaban.
- ¡Oh, hijo mío, eres el hombre! Bueno, todo el mundo aquí dice eso. – Me sonrió. – Y sólo por eso, además del café, te voy a dar un regalo.
Bonfim se levantó, sirvió dos tazas de café y me entregó una, sentándose nuevamente y mordiendo un croissant, cerrando los ojos para saborearlo.
- ¡Zumbido! ¡Tú y la jefa me engancharon a esto! – Bonfim comenzó a llamar a Melissa