Estábamos sentados en el salón de brunch del Club Social. Ese era nuestro lugar favorito. Había guardias de seguridad dispersos por el lugar vigilándonos, pero nos dieron privacidad para hablar. Las chicas querían saber cada sórdido detalle de mi noche de bodas. Y por supuesto estaba más que feliz de compartir con ellos lo hermoso, romántico y atento que era mi esposo.
- Y tú, Mel, ¿cómo es vivir con Nando? – pregunté pero ya sabía que mi amiga estaba feliz.
- ¡Ah, Gato, mi Nando es un príncipe! –Mi amigo suspiró. – ¡Es del tipo que me trae café a la cama, me prepara sorpresas románticas y me trata como una reina!
- Nando es todo un caballero, Mel. – Taís asintió.
- Y tú, Sam, lo de Miguel salió mal, ¿no? –quiso saber Virginia.
- Ví, incluso salí con él un par de veces, pero no me sentí cómoda y no pasó nada, entonces me dijo que se iba a retirar porque no quería esperar a que yo me decidiera. – explicó Samantha.
- Fue grosero contigo y te pido disculpas por eso. No pensé que él fuera