“Alessandro”

Patrício y yo llevamos a Mari al aeropuerto. Sentí cierta melancolía por su partida. Esta mujer era como una madre para mí y había estado a mi lado toda mi vida. La extrañaría, así que organicé que pasara una semana al mes aquí en el campo con nosotros.

—Alessandro, hoy almorcé con Catarina y Melissa. —dijo Mari, tomándome del brazo—. Pedro te envió un mensaje.

—¿En serio, Mari? ¡Guau, me enamoré de este chico! ¿Qué te dijo que me dijeras? —dije sonriendo porque mi amiguito se había acordado de mí.

—Te dijo que fueras a jugar con él. —Mari transmitió el mensaje, haciéndome sonreír aún más. —Hijo, Cat está muy dolida, pero no te rindas con ella.

Abrazé a Mari y le aseguré que no me rendiría. Mari nos contó que conoció al novio de Melissa y que es un buen chico. Nos contó sobre el almuerzo y cómo está mi Catarina. La extraño mucho. No había sabido nada de ella en dos días.

Mari subió al avión y Patrício y yo salimos del aeropuerto. Al subir al coche, le dije:

—¿Quieres cono