Valentín sacó un pequeño recipiente de plástico transparente con algo de color marrón en su interior y me lo tendió, como si fuera algo sumamente valioso.

—Es un cordón umbilical —me explicó mientras lo miraba con infinita ternura y tras, fijar su mirada en mí, empezó a explicarme lo que había estado haciendo los últimos meses—. Conseguí encontrar un rastro de Aurora, tu madre.

―¿Ella está…? ―No llegué a decirlo. ¿Estaba viva? ¿O había muerto? No tenía sentido fingir que su historia no ligaba de forma un tanto caótica con la mía. La posibilidad de que fuéramos, en realidad, familia.

―Lo siento. ―Negó con la cabeza―. Pero sí descubrí que no murió cuando pensábamos, en realidad. Algunas personas la reconocieron de las fotografías, aunque creo que ninguno era consciente de que ella era un vampiro.

—¿Qué le pasó? —le pregunté, sintiendo un nudo en el estómago. Siempre había negado frente a Valentín esa supuesta relación. Ya no tenía mucho sentido seguir hacié