Sin saber qué hacer para sacar a Emily de la tarima, Javier siguió el consejo de su hermano.
—Sentémonos y pidamos algo, mientras pensamos qué hacer.
Todavía con las gafas oscuras puestas, Emily tenía cara de no estarla pasando bien y soportar lo que el streaper, de enormes pectorales y el abdomen semejante a un lavadero, hacía frente a ella.
—No veo ni a Marge ni a tu suegra —dijo Rubén cuando ya estaban sentados, en una de las pocas mesas libres que quedaban en el lugar, algo alejada del ajetreo a los costados de la pasarela— No creo que se haya ido, dejando a Emily sola.
—¿Estarán en el baño?
A