En el centro de esta historia se encuentra Emmeline Smith, una mujer que vive sola con su gato Mister Waffle, de pelaje dorado con caramelo y manchas amarillas, quien ha sido su compañía desde que se divorció de su esposo Kyle Swan, dejándola frágil. Y a su alrededor, observándola y escondido en las sombras hay un ser, un hombre misterioso. ¿Qué será? ¿Un ángel o... un demonio? Advertencia 1: el libro puede contener blasfemias, sexo picante e incluso escenas sangrientas. Si no te gustan esas cosas, ¡no te recomiendo que continúes!
Leer másSuspiré tensamente, incapaz de soportarlo más. Sentí que mi pecho se inflaba y exhalaba pesadamente. Me mataba poco a poco, cada vez que lo veía de lejos. ¿Por qué dolía tanto? ¿Cómo pasamos de personas totalmente enamoradas a personas desconocidas? Kyle... No si fue mi culpa o la tuya. O ambos, pero lo intenté. Oh, sé que intenté que nuestro matrimonio volviera a estar unido, pero las cosas no son así, ¿verdad? No es un cuento de hadas donde la princesa vive feliz para siempre con el amor de su vida y tiene una familia. Pasé mis dedos sobre esa fotografía de él y yo, juntos. Abrazando y sonriendo.
Ese fue nuestro momento, la parte de nuestra vida amorosa que estaba en su apogeo. Cerré los ojos con rostro angustiado, y con la mano derecha tomé el vaso de whisky, tomé un sorbo y solté un gemido de ganas de llorar. Pero, ¿por qué haría eso más? Ya estaba cansada de derramar tantas lágrimas. Como dijo una vez Kyle: "¡Que sigas feliz en tu vida!" Realmente debería, ya que a él le estaba yendo bien como soltero, mientras que el idiota aquí estaba deprimido por un matrimonio que había terminado hace algún tiempo.
Agarré la botella frente a mí en la parte superior de la cómoda. Desenrosqué la tapa negra de la bebida oscurecida y la serví hasta la altura del vaso, la volví a colocar y la cerré. Bebí un poco más y volví a mirar la foto, tomé mi otra mano y la partí en cuatro pedazos. No sería bueno tener imágenes si quisiera seguir adelante. Volvería a empezar desde el principio.
–Quiero un hombre que pueda valorarme. –Sonrió mientras seguía el resto de la foto hasta el baño y la tiró a la basura. Terminé notando mi deprimente reflejo frente al espejo, lo que me provocó una frustración inminente.
Bajé la mirada y sonreí mientras mi mente repasaba cómo le gustaría a un hombre en este estado. Borracho y con expresión de dolor. Tomé aire y me lavé las manos en el fregadero, y las llené para lavarme la cara y cuando me levanté noté una presencia extraña. Miré hacia arriba y me sobresaltó una figura que yacía atrás, lo que me hizo darme la vuelta de inmediato y ver que estaba completamente solo. Sin embargo, todavía sentía ese clima pesado en mis hombros y en el aire. Salí del baño, cuando de repente...
Lo observé desde lejos, todavía estaba asustado. Vino a mí como una brisa de verano. Caliente y haciéndome difícil respirar debido a su presencia. Las cortinas de la ventana se erizaban tratando de suavizar el calor que me invadía, sin embargo, aparte de eso me traía una extraña tensión. Hizo lo mismo conmigo, haciéndome temblar de pies a cabeza. Solo mirarlo la hizo sentir emociones... miedo, fascinación, excitación, lujuria, deseo y curiosidad. Ese hombre me estaba confundiendo. No sabía qué hacer al respecto. Pero me conocía, sí, no estaba loco ni demasiado borracho. Me llamó por mi nombre. Susurró. Y de nuevo escuché esa voz sexy y placentera de escuchar:
–Emme... line! –habló casi gimiendo, una vez más dando un paso fuera de la oscuridad de la esquina de la habitación y deshaciéndose de las cortinas que volaban frente a él.
Sus ojos eran como llamas azules frente a la habitación apenas iluminada por las tres lámparas que allí estaban esparcidas, una al lado de la cama matrimonial, otra cerca de una pequeña silla de lectura y la tercera en una habitación con mis joyas y maquillaje. Bajó la mirada, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir negro, que abarcaba desde sus zapatos bien lustrados hasta la camisa de manga larga, abierta por la mitad, donde dejaba ver su entallado pecho. Mordí la comisura de mi mejilla por el calor entre mis piernas. Eso no era real, debo haber bebido demasiado y estaba alucinando otra vez o estaba soñando algo que mi subconsciente deseaba tanto.
–Estoy aquí... –Dejó escapar una pequeña sonrisa, lo que hizo que me derrumbara allí, mirándome de nuevo después de morderse el labio inferior de forma lasciva.
–Qué... –Me detuve a tomar un poco de aire, porque mis pulmones no eran capaces de hacer el intercambio de gases y mi cerebro no sabía cómo comandarlo. Cerré los ojos por un momento y sentí ese olor a perfume invadir mis fosas nasales y todo mi ser.
–... –Volví a abrirlos y él seguía allí. Mirándome de pies a cabeza con una apreciación de hambre y deseo completos, parecía que quería devorarme.
–¿Quién eres tú? –Pregunté tenso. Al mismo tiempo vi al señor Waffle gruñir en dirección al chico. Y él simplemente hizo lo mismo y se inclinó, haciendo que mi gato se asustara y saliera corriendo todo temblando por la puerta abierta de la habitación.
–Realmente no me gustan los gatos... –Volvió su mirada hacia mí mientras se enderezaba. Y le dio una sonrisa traviesa. –En serio, no sabes quién soy, mi... No importa... ¡¿Oh, en serio?! –Preguntó de manera cómica.
–... –Hice una señal de no con la cabeza. Estaba aprensivo con él, y di un paso atrás cuando noté que se acercaba lenta y sigilosamente. Oh, este hombre parecía una pintura del Renacimiento. Sus ojos azules con hermosas pestañas seguían su rostro cuadrado pero angelical. Cabello negro que se derramaba en mechones detrás de sus orejas. Nariz. Boca. Cuerpo. Dios. No soy una persona tan religiosa, pero ¿moriré e iré al cielo sin saberlo? Estaba ante un ángel o arcángel.
–Entonces, déjame presentarme... ¡Llámame Carlisle! –Se acercó aún más, poniéndome contra la pared. Podía sentir un olor amaderado, fuerte y adictivo exhalando aún más de él. Estaba más cerca. Mi cuerpo ya no respondía a mis órdenes. Era como si estuviera paralizado ante el de ese hombre. Y luego me agarró la barbilla y me hizo mirarlo directamente a los ojos. –¡Seré todo para ti, Emmeline! Tu hombre, novio, amante y lo que quieras... ¡Hasta tu demonio del placer!
Ubicación: Naples, Florida, Estados Unidos. 25 años después, de los acontecimientos de Incubus: Mi demonio del placer... Emme... Llevé mis dedos hasta el descanso de aquella mecedora, la brisa marina al sonido de las gaviotas me inundaban por completo mientras murmuraba una canción en mis labios. Desafortunadamente como todos los humanos, la vejez me atrapó. Dejando mis cabellos grises, mi piel manchada y con arrugas hasta mis manos. Sin embargo, aún tenía ese mismo cuerpo... pero envejecido en un vestido redondo y liviano. Es lo que me uní cuando vine aquí con Carlyle, mi hijo. Ropa pesada ya no era mi estilo, ni siquiera tacones altos. Pues acababan con mis pies y mi columna que ya no era buena. Había llegado a los cincuenta años. En ese momento, los humanos nos detuvimos para reflexionar y recordar lo que hemos vivido desde la infancia hasta ahora. Algunos conseguían recordar todo y otros la vida hacía cuestión de borrar completamente, dejando solo flashs de buenos momentos.
–Sarah. no lo sabía, después de aquel día... todos desaparecieron. –Hablé al terminar y lavarme las manos. –Hasta Mavie desapareció, intenté encontrarla. Pero sus colegas dijeron que la misma había viajado, ¡y nada más que eso! –Todos dejaron la ciudad. –Nadie podría vivir aquí, no después de lo que pasó. –Comenté al poner la cebolla en el cocido y tapar. –Sarah y Mavie deben estar de luto hasta hoy, ¡tenían una estima por él! –Emme... mejor si cambias, tal vez eso te haga mejorar. –te acercaste con una sonrisa en los labios. –Sé que pasamos por muchas cosas, tú y yo... ¡Y luego lo soportaste tú sola! –Nunca me importó aguantar todo sola, Kyle. la pérdida puede ser aceptada... –Pronuncié mirándolo. –... Pero la falta y la añoranza de la persona amada, esa es la que te corroe día tras día. En cada toque, objeto y mirada... ¡Quedará grabado en su memoria hasta su último aliento! –Emme... –él bajó la vista, y se dio cuenta de que mi dolor era mayor de lo que pensaba. –¡Todas las co
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos. Emme... Seis años después de los acontecimientos... Después de lo que presencié... la muerte de Carlisle, me aplastó completamente. no sólo a mí... sino a Sarah y especialmente a Mavie. Estuve un tiempo sin al menos poner la cara fuera, y en la casa de Kyle por unos meses mientras la mía era reconstruida por dentro. Sin embargo, no quise volver más a aquel lugar. Pues todo me remitía a aquel incubus. Y sobre todo ese anillo de compromiso, y todo lo que hemos vivido durante dos años juntos. Fue mágico y hermoso, que nunca olvidaría. Ni si envejeciera podría dejar de ver su bello rostro en mis pensamientos. Y más aún, ahora que tenía su pequeño regalo que me dejó. Carlyle vino a mí nueve meses después del incidente, descubrí que estaba embarazada tres semanas después. Todo lo que comía vomitaba, y me sentía completamente débil en toda gestación. Sin embargo, cuando lo vi en mis brazos... me derretí por completo.
Emme... Respiré hondo, estaba completamente nerviosa después de que Carlisle desapareciera. Miré la televisión LCD, que decía que la tormenta que prevalecía en Columbia era fuerte y que era mejor que nadie tomara las calles o saliera de casa para su seguridad. Pero lo que me preocupaba no era la lluvia que caía fuerte allá afuera, sino mi amado Carlisle. Que fue para esa pelea con Rex. El íncubo que casi me mata en aquel accidente, que comenzaba a emerger de mi mente y me dejaba con escalofríos en mi interior. Tiré de aquella manta caliente sobre mi cuerpo y me encogí preocupada. –Emme... –oí a Kyle llamarme y miré para otro lado. una taza de chocolate caliente con un malvavisco flotando encima. La cogí y sonreí suavemente. –Gracias, Kyle, gracias. –¿Vas a decirme ahora... qué es Carlisle y esa mujer? –Mavie, es compañera suya. –le expliqué aprensiva al beber de la bebida caliente, que estaba deliciosa. –Ellos... –Tenía miedo de contar y bajé la vista. –... ¡No vas a creer
Ubicación: Columbia, Carolina del Sur, Estados Unidos.Rex... Carlisle y yo nos miramos como felinos, que estaban a punto de matarse. Fue cuando oí unos pasos viniendo del pasillo. Mavie y Hermes emergieron allí colocándose en frente del ex-cabeza de hierro. como si lo protegieran y hicieran su seguridad. Armados con dagas curvadas y que traían en sus hojas símbolos. Sonreí demoradamente con aquella visión de los tres. Y más aún en saber matarlos en un solo golpe, y chuparía antes de sus muertes el resto de sus energías. Y solo de pensar eso, un placer inmenso me emergía de mi interior demoníaco. Me quedé erecto y observé al trío aprensivo.–Ah... –Gemí. –... ¿Cómo esperé esto! –suspiré de deleite de aquello. –Hermes... tú con esa pareja inútil? He esperado tu respuesta para unirme.–¡No soy parte de traidores. Y fue malo, ya soy parte de otro grupo ahora! –Me respondió en posición de combate, tenía que tener cuidado. Ese íncubo era ágil y misterioso para luchar.–¿Qué quiere
Carlisle... –No tienes que disculparte conmigo... –Dije desviando mi mirada. Y percibiendo a las mujeres de aquel grupo observándome, suspiré y vi a Sarah acercarse. –¿Puedo ir contigo? ¿Sabes que sé pelear? –Se agarró a mi abrigo con un clamor en la mirada. –Sarah, mejor quédate con tu madre. las cosas no van a salir bien a la hora de la pelea... –Percibí a su padre torpemente con nuestra unión, pero entendió bien que ahora ella era mi protegida. –Pero ahora eres mi maestro. Y tengo que seguirte, así como tus manos! –Sostuve tus muñecas y demoré en tener la respuesta apropiada. –Como maestro, tengo que cuidar de ti Sarah... –Solté sus manos de mí, y balanceé la cabeza hacia su madre que entendió y la tiró lentamente hacia atrás. –... Usted todavía es muy joven. Tienes mucho por lo que vivir, no quiero verte morir por Rex. –Pero yo consigo... –Suplicó. –Sé que puedes. Pero cuando madures más, y te voy a llevar a una brigada... –Sonríe suavemente y la misma no parecía aceptar. –
Último capítulo