35. No confío en ti
Alessandro
—¿Qué encontraste? —pregunté, dejando mi taza de café sobre la mesa de la terraza. Ya llevaba tres desde el desayuno.
Mateo cerró su laptop con más fuerza de la necesaria, y se recostó en su silla, con esa expresión de cuando tenía malas noticias que no quería compartir.
—Un periodista me acaba de confirmar que Domus pagó para silenciar el escándalo que salía el lunes.
Me enderecé en mi silla. Los músculos de mi espalda protestaron después de horas inclinado comparando la información que recibimos en la propuesta y la que según mi amigo era la real.
—¿Cuánto?
—Suficiente para comprar el silencio de tres periódicos. —Se frotó los ojos enrojecidos—. Todo indica que ella sabía de este colapso cuando se acercó a ti en la convención. Pero esto necesitó autorización de tu padre. Es un hecho.
Tomé el informe más cercano. Préstamos encubiertos, movimientos contables que bordeaban el fraude. No era solo el proyecto el del problema, era toda la empresa.
—Mira esto. —Mi amigo deslizó