Cinco años después...
Gianna
-¡DE NINGUNA MANERA! -Gritó Lucciano.
Estaba en la cocina terminando de preparar las golosinas cuando mi esposo entró furioso con nuestra hija en brazos.
Se veía hermosa con el vestido celeste acampanado y las pequeñas alitas de hada en su espalda que había elegido para su fiesta de cumpleaños. Estiró sus brazos y la agarré para llenar de besos sus cachetes gordos.
-Papá está enojado -susurró en mi oído.
-¿Cuándo no lo está? -bromé haciéndola reír -¿Qué pasó ahora? -le pregunté a Lucciano.
-¡ESTABA BESANDO A UN MOCOSO! -exclamó indignado.
-¿En serio? -fingí asombro.
-¡SI, Y ENCIMA TUVO LA DESFACHATEZ DE DECIRME QUE ERA SU NOVIO!
-¡Pero qu&e