Puje y pujé entre los gritos de apoyo de mi hermana y los golpes que intentaban derribar la puerta hasta que por fin el primer bebé salió de mí, gritando a todo pulmón.
Enormes lágrimas bajaron por mis mejillas y sonreí feliz de que estuviera aquí. Estiré el cuello para verlo, rojo y enojado por haber sido arrojado a este mundo.
-Entrégamelo -le pedí a mi hermana.
-Es un pequeño varoncito -dijo llorando de felicidad.
Lo apreté contra mi pecho, calmándolo y besé su pequeña cabecita pegajosa. Al segundo de pegarlo a mi pecho paró su llanto y movió sus bracitos como si entendiera que era su mamá.
-Muy bien Gianna -dijo Doc -No tienes mucho tiempo antes de que venga el segundo, prepárate.
Asentí y dejé que mi hermana sujetara al bebé en su brazos.
-¿El cordón Doc? -p