Cristal trata de protestar, pero Gerónimo ya ha comenzado a besarla y lamerla con mucho cuidado en su centro. Se recuesta en el espejo y gime; el ardor se pierde y solo queda el placer que le está proporcionando.
—Amor… Amor… Espera un momento —. Haciendo un gran esfuerzo, intenta detenerlo para decirle quién es, quiere hacerlo. —¿Dime, Cielo mío? —pregunta él sin dejar de besarla. —¿Puedes hacer otra promesa para mí? —pregunta ella, algo que sorprende a Gerónimo pero no se detiene. Quiere hacerla olvidar todo lo demás.—¡Oh Dios, oh…! ¡Detente un momento, tengo que hablarte! —Habla, mi Cielo, yo te escucho—. Y mete su lengua en su interior, enloqueciéndola. —¡Ahhh…! ¡Gerónimo promete que me vas a perdonar por eso que te voy a deci