Sabía que Cristal no respondería al primer tono; a esta hora, estaba ocupada con sus diseños, en ese pequeño mundo que le pertenecía por completo y donde creaba obras que solo ella podía imaginar. Tres tonos después, su “amore” resonó en mi oído como una caricia.
—Gerónimo, ¿estás bien? Te escucho raro —dijo su voz calmada y preocupada, justo lo que necesitaba en ese momento.Me aclaré la garganta, intentando encontrar las palabras correctas. No era fácil, sabiendo que lo que iba a decir podría alterar la paz que habíamos construido. Pero nuestra relación siempre se había basado en la verdad, incluso cuando dolía.—Cielo, necesito hablar contigo de algo importante —solté de inmediato. Escuché cómo el fondo en el que estaba se volvía silencioso; había dejado lo que est