Cristal bajó la cabeza tratando de que su madre no viera su mirada de culpa, recordaba que de niña ella siempre sabía cuando le mentía. Temía que a pesar de que había pasado mucho tiempo todavía lo hiciera.
—¿Por qué escapaste de tu boda? ¿No era Jarret el hombre de tu vida? —La pregunta de su madre fue seguida de una expresión de sorpresa cuando escuchó la respuesta de Cristal: —¡No, no lo era! Me di cuenta de eso cuando lo descubrí en su habitación con su miembro en la boca de quien se supone era mi mejor amiga, Helen. —¡Panayía mu! (¡Virgen María!) —exclama su madre, incrédula—. ¿Hicieron eso? —Sí, esos desgraciados solo me estaban usando, porque querían entrar a nuestra familia de mafiosos —confesó Cristal con una mezcla de