Maximiliano apretó la mandíbula, cada vez más consciente de la situación. Todavía no estaba seguro de quiénes estaban con él.
—¿Están en el club? Muy bien. Ponme un momento con René —pidió, precisando asegurarse de que lo dicho era cierto.Podía escuchar cómo Fenicio llamaba a René, mientras de fondo se colaban fragmentos de música del club, confirmando la ubicación.—Dígame, jefe —se hizo presente la voz de René al otro lado de la llamada.—René, ¿cuántos de mis hombres hay ahí? —preguntó sin apartar la vista de la mirilla que le servía para mantener vigilados a los hombres frente a su puerta.René le confirmó que casi todos estaban allí, excepto el segundo al mando. Satisfecho con la información, pidió que l