150. CONTINUACIÓN
Gerónimo, sabiendo que había ganado más que la aprobación de su tío, se sintió renovado y listo para enfrentar cualquier desafío que viniera en su camino. Por eso tomó aire y le contestó:
—Como le conté, ella tenía un nombre falso en América, con el que nos casamos, y sus padres la volvieron a inscribir con su nombre real. Debemos casarnos con ese ahora —explicó, con la esperanza de que lo ayudara a hacerlo.
—Entiendo —dijo Fabrizio, sentándose frente a su sobrino—. ¿Qué pinta Luciano en todo esto?
—Él es el hijo del mejor amigo del Greco; los habían comprometido desde niños y ahora quiere obligarla a casarse con él —explicó, cambiando de inmediato a una expresión furiosa—. ¡Pero primero lo mato, tío! ¡Cielo es mía, mi esposa!
El gesto decidido de Gerónimo no pasó desapercibido para Fabrizio, quien observó la pasión ardiente en los ojos de su sobrino. La situación en el mundo mafioso era compleja, y los corazones no siempre seguían el camino más fácil. Sin embargo, entendía qu