Un sonriente hombre se nos acercó saludó a James y a Leticia.
— Quién diría que te casarías con la matadilla. — Vi a Leticia sonreír, y a James tensar sus músculos.
— Leticia y yo, no estamos, casados. — dijo finalmente James. — Mi esposa es Emma. — Me señaló.
— Lo siento señora.
—James. — Interrumpió Sofía. — Ale, una gente y yo vamos para tu club, ¿Nos consigues una mesa?
— Bien. — James sacó su teléfono envió un mensaje y le hizo una seña a su hermana.
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— Buenas noches, que duerman bien.
— Gracias Leticia. — La m