La brisa sopló el cabello de Jung suavemente y él tiró otro trozo de pan al piso, sonriendo levemente al ver cómo las aves se amontonaban alrededor de las migas, luchando por quedarse con el trozo más grande; otro trozo de pan cayó al piso y los emplumados animales dejaron de pelear entre sí al ver que había suficiente para todos.
—Ah… —Una voz llamó su atención y él se volvió a mirar a la puerta de la azotea— Pensé que estaría solo aquí. —Ethan se detuvo en su lugar al ver al coreano sentado en posición de lot