—Hola, detective. —La mujer de recepción saludó a Jung con una brillante sonrisa y él se volvió a verla.
—¿Qué tal? —saludó rápido y corrió al ascensor.
El coreano miró su reloj con desgano y estrujó sus ojos, estaban aún un poco hinchados y rojos; luego de que Patrick se fuera, él había pasado toda la noche llorando, nada de lo que pensara para intentar calm