Sobre un grupo de antiguos monolitos negros colocados en un semicírculo y en cuyo centro de erguía un altar para sacrificios humanos con forma de lápida plana, estaban reunidos los turanios. Melith había sido colocada boca arriba y encadenada semidesnuda a la piedra y Sha’dramech preparaba el ritual leyendo salmodias de un libro arcano al tiempo que sostenía en su mano la daga con la que cortaría el cuello de la reina.
Rogroth y sus hombres observaban todo a la expectativa.
—¡La profecía se cumple! —gritó Medreth desde lejos llamándoles la atención y Rogroth maldijo.
—¿Qué profecía?
—La hija del Dragón colgará sobre su montura la cabeza del Traidor previo a la caída del Imperio del Dios de Tres Rostros —dijo mostrándole la cabeza quemada de Canus que colgaba de su sil