—¡Padre! ¿Estás bien? —preguntó Emmet con insistencia—. ¡Ese fenómeno se atrevió a herirte!
—Solo es una herida superficial —comentó despreocupado. Segundos después de haber dicho esto, se percató de la ausencia de Kallen y Dannon—. Esos dos… ¡huyeron! —vociferó, airado—. ¡Debemos ir tras ellos! ¡No