En ese instante, Yarden frunció el ceño. No le agradó para nada lo que acababa de ver.
Por una cuestión de impulso, agarró la muñeca del hombre e hizo que soltara la mano de Zaida.
—Te agradecería que no fueras tan confianzudo —resaltó con firmeza.
—Lo siento, no quería importunarla…
—No lo has