Capítulo 15. Comenzando a enamorarse

―Ya voy, ya voy ―gritó Samantha de mal humor ante el insistente timbre de la puerta.

Refunfuñando y ciega de sueño se arrastró de la cama hasta la puerta, estaba tan furiosa que no se molestó en mirar por la mirilla, sino que la abrió de sopetón. Al otro lado, se encontraba Aristo con un ramo de flores.

―¿Tú? ―gritó Sam al ver a Aristo parado fuera de su apartamento.

―Buenos días, preciosa.

―¿Qué diablos tienen de buenos? ¿Qué haces aquí? ¿Y cómo rayo sabes dónde vivo? ―preguntó con el ceño fruncido.

Aristo miró a la bailarina que lo tenía loco, con el cabello suelto y enmarañado, un pijama rosa y zapatillas de conejo y le pareció lo más bonito que había visto en mucho tiempo.

―Son tres preguntas, veamos, es una hermosa mañana para pasarla durmiendo por lo que pensé en invitarte a pasear y sé dónde vives porque me trajo el mismo chofer que te trajo a ti y a tu amiga anoche.

―¿Sabes que soy capaz de asesinar si no me dejan dormir? ―preguntó Sam extendiendo la mano para tomar el
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