Camus entró y miraba a Blaire como si tuviera dos cabezas. Ambas rieron ante cada una de sus expresiones faciales, porque de verdad que era hilarante.
—Le he prometido amor eterno y dudaba. Tú le hablas de que puede comer sin engordar y de lo bello que tienes el pelo y Chloe está lista para mí.
—Bueno, tu hermana me ha dicho algo más que eso, me habló de toda su historia y de evidentemente, todas las ventajas de la inmortalidad. Me gustaría ir a tu casa, Camus para poder seguir hablando.
—Así lo haremos y a ti—le dijo a Blaire mientras la abrazaba—gracias por todo.
—Con gusto, Camus y recuerda que siempre estaré por aquí.
Unas horas después, Alexander y Blaire llegaron a una iglesia ubicada en Argentina.
—Lo bueno del trabajo son los viajes. Tu hermano y Chloe se ven bien.
—Pasó la conversión sin problema, y aunque está un poco intimidada por la fortuna de mi hermano, se acomodará.
—Sí. En cuanto a nuestro trabajo, después de acabar con ella podemos disfrutar del país. Mi hermano Korv