CAPITULO 90 Sí, sí. Me distraje. Lo lamento por Jace.
—¿Tina? ¿Sigues ahí?
—Sí, sí. Me distraje. Lo lamento por Jace.
—Todos esperan conocer su reacción y temen que vuelva con ella. Yo no lo creo, pero cosas más raras se han visto.
—Sí, puede ser. Escucha, tengo que colgar. Me acaba de llegar una notificación de tarea.
—Nos vemos, hermanita.
Cortó y colapsó en el sillón, tratando de asestar el golpe. ¿Qué haría Jace? No lo sabía. ¿Sería que la relación primaria que estaban construyendo podría ser suficiente para retenerlo? ¿O la fuerza del pasado lo atraparía y lo alejaría de ella? Trató de mantenerse entera y firme, pero por dentro temblaba, perdida toda lógica.
Jace apretó las mandíbulas y sintió la falta de un saco de boxeo en el cual descargar su frustración y su sorpresa. Por fin solo en su estudio en las oficinas del gran conglomerado Monahan, suspiró y se sentó con un whisky en la mano, las piernas en su escritorio.
Esperó a que las emociones se desataran y lo doblegaran, a que aparecieran la tristeza, la inseguridad, la rabia, el