Necesitaba eso, sentirse envuelta por el físico poderoso y hermoso del hombre que quería y deseaba desde siempre. Enredarse en ese cuerpo musculoso y macizo, protector y masculino. Solo los labios, las manos, los ojos y la masculinidad de Jace Monahan en ella, adorando cada porción de su piel. Solo él. No podía haber otro; no podría lograrlo con otro. Solo él borraría el horror y construiría pasión y sensualidad en ella.
Había decidido que se lo expresaría llanamente, y estaba decidida a hacerlo hoy mismo. Alisó arrugas imaginarias en su falda y entrecruzó sus tobillos. Lo observó una vez más, y esta vez el peso de sus ojos verdes la evaluaron, y ella se sonrojó. Contrólate, respira, y lánzate, Tina.
-¿Jace? Tengo que decirte algo, y espero que no pienses mal.
-Jamás podría-sentenció él.
-Quiero que me hagas el amor-soltó ella sin más, olvidando todo discurso ensayado en el que la verdad era más edulcorada y racionalizada.
El respingo de él fue visible, y también su agitación, porque