Posó su mano en la espalda baja de la mujer y sin presionar, la guio para ingresar al local. Ella se había puesto tensa y comprendió que el lugar la amedrentaba. Lamentó no haber elegido un sitio menos pomposo, no estaba pensando mucho cuando lo seleccionó. Ya estaban aquí, así que debería esforzarse para hacerla sentir cómoda y que olvidara su preocupación. Quería sus ojos solo en él, porque debía decir que los suyos no habían podido despegarse de ella desde que la recogió.
Los innegables atributos eran realzados sin exceso por el sencillo vestido. Y todo era de primera calidad, decidió, con hambre atroz y no precisamente de lo clásico. La había mirado toda, sin prisa ni prurito. La belleza debía disfrutarse lento, como la buena bebida.
Los tobillos finos, en los que pudo apreciar un diminuto tatuaje, las pantorrillas torneadas y los muslos firmes, un culo exquisitamente formado y redondo, una cintura fina que llamaba a ser estrechada. Y su largo cabello suelto cayendo sobre los hombros y atrayendo la mirada al escote moderado, pero no por eso menos tentador. La boca delineada en tono rosa hacía parecer más suaves y llenos a sus labios. Bella, sensual a su manera, deseable.
Cualquier otra mujer sacaría partido innegable potenciando esos rasgos naturales. Ella parecía ignorar por completo lo atractiva y seductora que era. Había algo en su comportamiento nervioso y hasta algo torpe que gritaba que se contenía por temor a cometer un error. Con otra mujer Kaleb hubiera hecho un avance de manera inmediata. No tenía filtros ni era lento cuando deseaba a una. Y vaya si deseaba a esta, decidió, mientras la veía tomar su agua y mirar con cuidado a su alrededor.
Era la segunda vez que se encontraban, y lo convocaba mucho más que a una noche de sexi. Lo había sabido la primera vez. Ella no era mujer para una sola noche. Había acudido al club Belt y había hecho muchas preguntas la noche anterior. Su descripción de la actitud y acciones de Kelly hizo que los dos Amos llegaran a la misma conclusión que él y le habían dado varias indicaciones que le parecieron tips excelentes.
<<Es importante que logres diferenciar a la mujer tímida o con un poco de inadecuación social de una verdadera sumisa. El instinto es lo que nos permite diferenciar>>, señaló Esteban.
<<Tú has estado en contacto con muchas a lo largo de los años y puedes reconocer señales. Pero ten cuidado. Estas mujeres>>, le había señalado con un gesto a las sumisas del sitio, << saben que lo son y no tienen conveniente en mostrarse. Incluso, han generado comportamientos traviesos y hábitos para conseguir la reacción de sus dominantes. Si la que dices es realmente una virgen en el estilo, deberás ir lento. E introducirla en todo el proceso lleva tiempo. ¿Es lo que quieres?>>, le inquirió.
<< Nada me gustaría más, amigos>>, contestó con una sonrisa.
<<Es el sueño de muchos dominantes, si>>, le indicó Miguel.
<<Observa los pequeños gestos, la posición de sus manos, sus miradas, sus reacciones no verbales. Sus respuestas expresas o las omisiones te irán guiando. Y si comparten intimidad…>>
<<Eso no es un si, sino un cuándo>>, aseguró Kaleb.
El otro asintió. <<No puedes apresurar o presionarla. Piénsalo como un juego a largo plazo en el que lo principal que está en juego es ese regalo maravilloso que implica someter la voluntad de ella, su aquiescencia. Su entrega voluntaria surgirá de la convicción de que en tus manos están su placer, las recompensas y los castigos que merece. Que tu representas
cuidado y goce>>.
<<Soy un hombre metódico y paciente. Debo decir, sin embargo, que la perspectiva de guiar a esta hermosa hembra por un camino que muchos consideran perverso, me pone a mil>>.
<<Paciencia, Mucha paciencia. Nada que valga la pena se construye en un día, y esto más que aplicable en esta situación>>, reafirmó Esteban.
Con estas palabras en la cabeza procedería hoy para desarmar cada una de las inquietudes que ella le mostrara. Tocó su mano brevemente para reforzar su discurso cada vez que pudo. Le hizo preguntas sobre su trabajo, que evidentemente la distendieron, y dejó caer halagos que llevaron maravillosos brillos a sus expresivos ojos.
Esta hermosa mujer no estaba acostumbrada a que le dijeran que lo era, y su timidez e incomodidad tenían como base la inseguridad. En cierta forma, a pesar de la distancia de ambientes o crianza que pudiera haber, le hizo acordar a su hermana Violet.