El golpe en la puerta la hizo resoplar y volver en sí. Seguramente su jefe quería saber cómo estaba. Era un buen hombre y se preocupaba por ella. Trató de sonreír y abrió con la firme intención de decirle que no necesitaba nada, pero la sorpresa la hizo enmudecer. Jace Monahan estaba en su puerta. Masculino e imponente. El único capaz de provocar el deseo de volver a ser y sentir. El único capaz de despertar emociones en ella. Injustamente, pues no podía tenerlo ni era inteligente desearlo. Cálmate, no des trascendencia a lo que no es más que caballerosidad y buenas intenciones. Él sabe que Regina y Milo están preocupados e intenta ayudar, como de habitual. Así es él.
—Buenas tardes, Tina.
El barítono de su voz la hizo parpadear y trabó su garganta. ¿Cómo un saludo podía ser tan seductor? No lo sabía. Pero algo no iba bien con ella. ¿Cómo podía pensar en la sensualidad de un tono y de un hombre, considerando su desgarradora experiencia sexual? Ataque, se corrigió. Y lo puedes hacer po