—¿Qué hace esta mujer aquí, Alex?- masculló Oleksander a mediación de la cena, mirándome con el rostro enrojecido.
—¿No habíamos acordado que la matarías?- intervino Milia.
Alexis bebió un sorbo de su agua, y los contempló en silencio.
—¡Esto es un ultraje!- chilló Ivanka.- ¡nuestra familia casi lo pierde todo por culpa de esta perra!
—Danos una explicación, Alex. ¿Por favor?- Susurró Nikola.
Todos los Ivanov dirigieron sus miradas a Alexis pero él permaneció silencioso.
El sonido del pito de un coche interrumpió la tensión en el comedor y el ruso dirigió su gélida mirada a mí, elevando una de sus cejas.
Fruncí el entrecejo.
En pocos minutos un par de voces infantiles llegó al comedor proveniente del pasillo y me levanté de mi silla de un salto. Corrí como ciega, como poseída saliendo al pasillo y buscándolos con la mirada hasta que los encontré.
Oh, mi corazón casi se paraliza de la felicidad.
—¡Pecchi, pecchi! - grité, yéndome sobre ellos. Arrodillándome ante ellos y recogiéndolos