POV de Clara
El último día se siente como una pausa cruel.
El cielo sigue oscuro, pero el sol de la mañana intenta atravesar la niebla plateada que se niega a desaparecer.
Estoy de pie en medio del jardín trasero, mirando el viejo árbol que crece allí —sus raíces y ramas se extienden como las líneas plateadas que ahora corren bajo mi piel.
El sonido de unos pasos me hace girar.
Juan se acerca con un rollo antiguo atado con una cuerda negra.
Su rostro está cansado, pero hay una luz en sus ojos —una mezcla entre fe y tristeza disfrazada de determinación.
—Este es el manuscrito del último guardián —dice—. Lo escribió el primer humano que llamó a la luna.
Lo tomo con cuidado. —¿Estás seguro de que esto puede ayudarnos?
—Si la Clara de antes siguiera viva, quizás no —responde en voz baja—. Pero tú ya no eres la misma Clara.
Lo miro, en silencio. —Hablas como si ya no fuera humana.
Suspira. —No lo eres. Pero tampoco eres una diosa. Estás en medio.
Y eso te hace peligrosa… y necesaria.
Desen