*Algo inconcluso*
Con un nudo en la garganta, el día jueves Amalia se paró frente a su jefe y lo miró con seriedad. Ella no sabía cómo emitir las palabras que tenía para decirle, así que no lo pensó más y se expresó.
—Necesito salir del pueblo para el fin de semana, tengo algunas cosas personales que resolver. —ella solo lo dijo y se quedó esperando su reacción.
—¿Está todo bien? Hace días que te noto un poco extraña.
—Todo está bien, se trata de un asunto personal y debo ausentarme el fin de semana, pero prometo que para el lunes estaré de regreso.
—Está muy claro que no confías en mí. —Se acercó a ella, tomó su mano con delicadeza y la miró a los ojos. —Pero aun así te ofrezco mi apoyo incondicional.
Amalia se sentía miserable al no poder corresponderle a un hombre que se mantuvo junto a ella, aún embarazada de un niño que venía diferente. No le importó que tenía su corazón roto y siempre estuvo ahí apoyándola incondicionalmente. Se le rompía el corazón viendo la tristeza que salía