Mario
A pesar de todo lo que estaba por venir, tenía una sola cosa clara, y es no mentirme a mí mismo. No esperar con las manos cruzadas mientras la mujer que amo se adentraba en un mundo que quizás la llegue a lastimar. Una cosa fue aceptar su plan y la otra es dejar que se arriesgase sola.
El día que supe que se iba a verse con el duque de Baden, automáticamente tomé el control. Averigüe en qué terminal iba a aterrizar y éste se sorprendió verme ahí. Claro está, me conocía como empresario y jamás pensé que el famoso duque fuera empresario también, que él gobernaba la mejor empresa de seguridad de Alemania.
Cenamos juntos y le conté sobre Leyna.
—Al principio se sorprendió, pero después se lo tomó con calma y la verdad que siendo más joven que yo, puedo decir que tiene una madurez increíblemente audaz. — Le estaba contando a Leyna todo lo sucedido y que él no era mi amigo de antes ni nada, pero lo que hizo por nosotros en el día de hoy, siempre se lo estaré agradeciendo.
—Sí, a mí ta