Leyna
Se enredó como serpiente a mi cuerpo aquella mañana que el sol salió más fuerte que nunca, que iluminó su rostro ante mis ojos mientras él descansaba abrazado a mí, me tenía contra su cuerpo como si temiese perderme.
Aquella mañana, fue la primera de las noches que aún me quedaban a su lado. En la mañana parecía distante, otro Mario, pero en las noches llegaba a mi habitación y se quedaba hasta que saliera el sol.
Y desde entonces el sol siempre brillo ante nosotros, todos los días sonreía como niña de diez años y esperaba a la llegada de la noche.
Me conformé con su tacto sobre mi cabello, su piel cerca de la mía, y sus latidos sonando directamente en mi oído al recostarme sobre su pecho. Su olor me envolvía y sus brazos me daban calor. Era cuidadoso en dar siempre algún paso nuev