Salgo tan aprisa del ascensor, que no me fijé que Savanah estaba entrando a la empresa.
—Ava, ¿pasa algo?
—No, lo siento, abuela, pero debo irme…
—¿Y nuestro asunto?
—Después, por favor, es que no me siento bien.
Savanah asiente, y me apresuro a irme, al ver a Austin, que viene tras de mí. Por suerte, veo cómo Savanah lo detiene, y al salir, logro parar un taxi de inmediato. De pronto suena mi teléfono, creo que es Austin, pero es un número desconocido. Contesto, y es Flor.
—Flor, ¿eres tú?
—Niña, solo llamo para felicitarla. Felices 25, espero que donde esté, pase un día muy feliz. —Habla con premura, y en un tono bajo, como evitando que la escuchen y cuelga.
—Había olvidado por completo que hoy era mi cumpleaños, y Austin ni siquiera lo sabe. Lloro al pensar lo sola que estaré en este día.
Para cuando llego a la casa, me echo en el sofá, triste por la situación.
—¿Por qué salí corriendo como una cobarde?… ¡uishhh! ¡Que rabia! ¡No puedo creer que estuvi