GRIS
No dejo de mover mis manos con impaciencia, estando frente a Alexander al hablar sobre estos temas es una cosa, pero frente a un nuevo desconocido… es otra historia. Sus ojos grises me sonríen y creo que he de parecer un fenómeno porque suelta una pequeña risilla que hace que quiera salir corriendo.—No me mires así, Griselda —dice con voz ronca—. No soy un monstruo y tampoco un violador.—Yo no dije eso —replico.Alexander había tenido la grandiosa idea de encerrarnos en su oficina para conocernos mejor.—Pero tú mirada lo dice todo y no eres una buena mentirosa.Me quedo callada, es amable, apuesto y hasta ahora me siento cómoda con su presencia, a excepción del hecho de que me hable solo para molestar a Hans.—Vamos, tenemos que conocernos mejor si vamos a ser prometidos —me guiña un ojo haciendo que mis mejillas se sientan calientes.—Pero eso no es cierto.—Pero es lo que ten