Capítulo 30 Loky no, Halcón.

Don Massimo observó a Diego sintiendo odio por él, ya que no puede evitar ver en él un nexo con los desgraciados que se llevaron a su querida Daphne.

—Puedo ver tus ansias de poder, lo que me hace tener curiosidad por tus orígenes ¿cómo fue el mundo en el que creciste?, ¿qué organización te crió? ¿Quién es tu gente?

Diego se echó a reír.

—¿Organización?, crecí en la calle don Massimo, de mí no existe una historia trágica ni hermosa, soy una simple bala pérdida, igual ese no es su problema —Diego se levantó—. Ahora quisiera ver a Rebeka.

—La señorita no está aquí, estás loco, ahora que termine de comer voy a encargarme de ella, bajo tus condiciones, para que veas que soy un hombre de palabra.

Diego desvió la mirada y sintió su corazón arrugarse, quería despedirse de Rebeka, abrazarla una vez más, no pudo evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas y tragó el nudo en su garganta, ocultando detrás de una máscara de indiferencia, pero Massimo sabía demasiado bien como él
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