Capítulo 7: La pintura.
—Señor, esta mañana su padre ha solicitado su presencia, es preciso que deje de hacer viajes al extranjero y comience su preparación para asumir el liderazgo de las empresas y de la familia Visconti, como sabe, su hermano… —
—Es suficiente. — interrumpió Laurent Visconti. — Iré a ver a mi padre de inmediato, y si hay noticias sobre Lorenzo discútelas con Gonzales, hoy no quiero que nadie me inoportune mencionándolo. — dijo tajante.
El hombre que le había informado sobre el deseo de su padre, se retiraba rápidamente mientras Laurent daba un sorbo a su copa de vino. Mirando hacia la ventana, el hombre sonrió complacido; había recibido la noticia de que su amada había regresado a Palermo después de haberse divorciado de ese inútil que tenía por marido, y todo su plan había resultado a la perfección.
Ahora solo era cuestión de tiempo; se reencontraría con ella y, finalmente, tendría en sus brazos a la única mujer que realmente había llegado amar. Nada podía salirle mal.
—Victoria…Bianchi…