Capítulo 37: Su momento eterno.
El camino se sentía diferente, las farolas en la ciudad comenzaban a encenderse, el sol del atardecer coloreaba de tonalidades rojizas y sonrosadas las blancas nubes, creando un espectáculo a la vista tan sublime como si de una obra de arte se tratase, Victoria sentía su corazón hinchado en dicha, Liam y William reían ante los chistes que Lorenzo les contaba, y aquello se sentía como la familia que siempre deseo tener, y quería que aquel cuento de hadas durara para siempre.
Ella no había logrado ser madre por sí misma; había tenido que recurrir a la inseminación artificial, y en su dulce ingenuidad había creído que su ex esposo simplemente iba a amar a sus hijos como ella los amaba, pero aquello no había sido así, y durante años había dado todo de sí misma para sostener a una familia que nunca lo fue realmente; Henry despreciaba a sus gemelos, y ella, aferrada a la ilusión de una vida infeliz que ella creyó que algún día sería feliz, cometió errores. Sin embargo, Lorenzo la había acep