Aquella primera noche, la habían pasado abrazados, sin hacer nada más que sentirse cerca del otro, con la ropa puesta y el corazón desnudo por primera vez en sus vidas. Alessia sentía la respiración apacible de Laurent Visconti, y su corazón latía tan fuerte que juraba que este se le saldría del pecho para escapar corriendo. Laurent se acurrucaba con Alessia entre sus brazos aspirando el aroma de frutos rojos de su cabello ligeramente humedecido, y sonrió al recordar que aquel era el mismo aroma que había sentido en ella aquella ocasión en que se la presentaron formalmente como su prometida.

¿Qué había pasado con ellos?

Ninguno pudo evitar cuestionarse aquello; habían sido prometidos, habían separado sus caminos esperando que el otro jamás se le volviera a cruzar enfrente, y, sin embargo, en el momento más vulnerable y sufrido de Laurent, ambos habían vuelto a unirse en una amistad que rápidamente hizo renacer el amor que una vez existió entre ellos.

Alessia lo sabía; ella había herid